«No seas vengativo con tu prójimo ni le guardes rencor. Ama a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor». — Levítico 19:18 (NVI)
El rencor y el deseo de venganza son sentimientos que nos lastiman profundamente y nos quitan la paz. Cuando guardamos enojo o buscamos devolver un daño, terminamos haciéndonos más daño a nosotros mismos antes que a los demás. Este mandamiento nos muestra el camino para liberarnos: Dios nos llama a soltar esas emociones negativas que nos atan al pasado y nos impiden avanzar a una vida plena y con alegría.
Amar a los demás como a nosotros mismos significa tratarlos con la misma amabilidad y respeto que deseamos recibir. Piensa en cómo te gustaría que te trataran. Así es exactamente como debemos tratar a todas las personas, incluso a aquellas que nos han lastimado. Al obedecer este mandamiento, reconocemos que Dios es nuestro Señor. Es Él quien nos capacita para perdonar y amar de verdad.