Fragilidad humana

«Dejen ya de confiar en el hombre, que depende del aire que respira. ¿Qué tanto puede valer?». — Isaías 2:22 (RVC)

En un mundo que a menudo exalta el poder, la riqueza y la influencia humana, Isaías nos presenta una perspectiva humillante pero liberadora: la fragilidad inherente del ser humano. Nuestro aliento, la misma esencia de nuestra vida, es efímero y fugaz. ¿Por qué, entonces, depositar nuestra confianza y admiración en algo tan transitorio?

Este versículo no busca menospreciar a las personas, sino redirigir nuestra mirada hacia la verdadera fuente de grandeza y estabilidad: Dios. Al dejar de sobreestimar la capacidad humana y reconocer nuestra dependencia del Creador, nos liberamos de la decepción y la búsqueda inútil de seguridad en lo terrenal.

La verdadera estima y valor no radican en la posición o las posesiones, sino en nuestra relación con el Dios eterno. Deja de poner tu mirada en el ser humano y vuelve tu corazón hacia Aquel cuyo poder y amor son infinitos.

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