«Pero Rut le respondió: “¡No me pidas que te deje y me aparte de ti! A dondequiera que tú vayas, iré yo; dondequiera que tú vivas, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios. Donde tú mueras, moriré yo, y allí quiero que me sepulten. Que el Señor me castigue, y más aún, si acaso llego a dejarte sola. ¡Sólo la muerte nos podrá separar!”». — Rut 1:16-17 (RVC)
La declaración de Rut a Noemí es una de las más bellas y poderosas de la Biblia. No es solo un lazo de familia; es un compromiso radical que lo abarca todo: la geografía, el estilo de vida, la lealtad social y, crucialmente, la fe. Al decir: «Tu Dios será mi Dios», Rut no solo decide seguir a una suegra, sino que elige un camino de vida completamente nuevo, uno que honra al Dios de Israel. Su lealtad no está condicionada por lo fácil o cómodo del viaje. Es una fidelidad firme frente a la incertidumbre.
La grandeza de esta elección se entiende al compararla con su cuñada, Orfa, quien, aunque con lágrimas, decidió volver a su pueblo y a «sus dioses» (v. 15). Ambas mujeres enfrentaron la misma encrucijada y la misma incertidumbre, pero tomaron caminos opuestos. Orfa eligió la seguridad de lo conocido y su antigua fe en los ídolos inútiles. Rut eligió la fe en el Dios de Israel y la incertidumbre junto a Noemí.
Hoy, este pasaje nos pregunta: ¿Qué camino tomaremos? ¿El de Orfa, que regresa a lo fácil, o el de Rut, que opta por una fidelidad firme a Dios, sin importar el costo o la distancia? La fe verdadera se demuestra en esa decisión radical de permanecer y confiar sin mirar atrás.
Oración: «Dios, dame la fidelidad inquebrantable de Rut. Que mi compromiso contigo sea firme, eligiendo Tu camino y Tu voluntad sobre la comodidad. Amén».