El eco de nuestra fe

«Partiendo de ustedes, el mensaje del Señor se ha proclamado no solo en Macedonia y en Acaya, sino en todo lugar; a tal punto se ha divulgado su fe en Dios que ya no es necesario que nosotros digamos nada». — 1 Tesalonicenses 1:8 (NVI)

A veces pensamos que para compartir el evangelio necesitamos un gran escenario o una plataforma pública. Sin embargo, este pasaje nos recuerda que el verdadero poder de la proclamación no reside solo en lo que decimos, sino en cómo vivimos.

La fe de los tesalonicenses era tan genuina y su estilo de vida tan transformado que su testimonio se había convertido en un «eco» imparable. No necesitaron que Pablo hablara más de ellos; su fe ya estaba haciendo el trabajo, resonando por todas partes.

Tu vida diaria, tu integridad en el trabajo, tu amabilidad con los vecinos y tu manera de enfrentar las pruebas son tu púlpito más efectivo. ¿Qué mensaje está emitiendo tu vida hoy? Que tu fe sea tan evidente que otros no necesiten una explicación, sino que vean el evangelio vivo en ti.

Oración: «Padre, que mi vida sea un testimonio claro y convincente de mi fe en Ti. Que mi manera de vivir hable tan fuerte del evangelio que otros sean atraídos a tu mensaje sin necesidad de muchas palabras. Amén».

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