Realidad fugaz

«El mundo se acaba con sus malos deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre». — 1 Juan 2:17 (NVI)

Juan nos presenta un contraste fundamental entre lo temporal y lo eterno. El «mundo» con sus atractivos y deseos es pasajero, destinado a desaparecer. En contraposición, aquel que centra su vida en hacer la voluntad de Dios experimenta una realidad que perdura para siempre.

Los afanes de este mundo, la búsqueda de riquezas, poder o placeres efímeros, pueden absorber nuestra atención y energías. Sin embargo, la Palabra de Dios nos invita a tener una perspectiva eterna. Lo que realmente importa es nuestra relación con Dios y nuestra obediencia a sus mandamientos.

Hacer la voluntad de Dios no siempre es fácil ni popular, pero tiene una recompensa incomparable: la vida eterna. Al alinear nuestros deseos con los de Dios y vivir de acuerdo a sus principios, nos conectamos con algo que trasciende el tiempo y la fugacidad de este mundo.

Hoy, evalúa dónde estás invirtiendo tu tiempo y tus prioridades. ¿Estás persiguiendo lo que pasa o lo que permanece? Elige vivir para la eternidad, haciendo la voluntad de Dios que te asegura un futuro seguro y eterno.

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