«Pero si ustedes se esfuerzan, y no pierden el ánimo, todo lo que hagan tendrá su recompensa». — 2 Crónicas 15:7 (RVC)
¿Quién no ha pasado por momentos de desánimo? Es fácil sentirse así cuando las cosas no salen como esperamos o cuando el camino se vuelve cuesta arriba. Pero este versículo nos recuerda una verdad alentadora: nuestro esfuerzo, cuando lo hacemos con un corazón firme y confiado en Dios, nunca es en vano.
Este pasaje, en su contexto, animaba a un pueblo golpeado y espiritualmente débil a volver a Dios y a no rendirse. Para nosotros hoy, significa que cada paso que damos en obediencia, cada acto de fe, cada intento por hacer lo correcto, incluso cuando parece que no hay recompensa inmediata, tiene un valor inmenso. Dios ve tu dedicación y promete una recompensa que va más allá de lo material: crecimiento personal, paz, propósito y la satisfacción de saber que estamos viviendo de acuerdo a su voluntad.
Así que, mantente firme y no pierdas el ánimo, porque tu esfuerzo, puesto en las manos de Dios, no quedará sin fruto.