Te pareces a lo que adoras

«Semejantes a ellos son sus hacedores y todos los que confían en ellos». — Salmos 115:8 (NVI)

El Salmo 115 contrasta al Dios viviente con los ídolos inertes hechos por manos humanas. El versículo 8 nos señala una verdad profunda: nos volvemos como aquello que adoramos. Si nuestra devoción se centra en cosas sin vida —el dinero, el poder, la fama o incluso el entretenimiento—, nos estancaremos, vacíos y desprovistos de verdadera vida o propósito.

La adoración es una fuerza transformadora. Fuimos hechos para adorar, y aun si no adoramos al Dios único y verdadero, adoraremos ‘algo’ y nos volveremos como eso. Pero si adoramos al Dios que ve, oye y obra milagros, que es lleno de amor, justicia y verdad, entonces nuestra propia vida comenzará a reflejar esas cualidades. Nos volveremos más compasivos, más activos y más llenos de esperanza.

El desafío es elegir hoy nuestro objeto de adoración, porque el camino que tomemos determinará la persona en la que nos convertiremos. Es Dios o los ídolos.

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