Aceptación

«Por tanto, acéptense mutuamente, así como Cristo los aceptó a ustedes para gloria de Dios». — Romanos 15:7 (NVI)

En el trasfondo de la carta a los Romanos, la aceptación mutua era un tema crucial. La iglesia en Roma estaba compuesta por creyentes de origen judío y gentil, con diferencias profundas en costumbres, tradiciones y formas de vivir la fe. Había tensiones y juicios. Pablo les exhorta a que se acepten unos a otros no a pesar de sus diferencias, sino como un reflejo de la aceptación de Cristo.

Hoy en día, el desafío es el mismo. A menudo, nos cuesta aceptar a los demás debido a prejuicios, diferencias culturales, perspectivas políticas o de pensamiento. Este versículo nos recuerda que la base de nuestra comunión no es nuestra similitud, sino la obra de Cristo en cada uno de nosotros. Cuando aceptamos a alguien, estamos honrando la obra de Dios en su vida, glorificando su nombre y mostrando al mundo cómo es su amor.

Oración: «Señor Jesús, ayúdame a aceptar a mis hermanos en la fe con sus diferencias, tal como Tú me aceptaste a mí. Amén».

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