«¿Qué es lo que causa las disputas y las peleas entre ustedes? ¿Acaso no surgen de los malos deseos que combaten en su interior?». — Santiago 4:1 (NTV)
A menudo buscamos culpables externos para nuestros problemas y conflictos. Sin embargo, Santiago nos confronta con una verdad incómoda: la raíz de muchas de nuestras luchas se encuentra en nuestras propias pasiones y deseos egoístas.
Cuando permitimos que la envidia, la codicia, el orgullo o la ira controlen nuestros corazones, inevitablemente generamos discordia y división en nuestras relaciones. Esta advertencia nos llama a examinar nuestras motivaciones internas y a buscar la transformación de nuestro corazón en la gracia de Dios.
Hoy, sé honesto contigo mismo acerca de los malos deseos que luchan en tu interior. Pide a Dios que te ayude a cultivar la humildad, el amor y el dominio propio, para que puedas vivir en paz contigo mismo y con los demás.