«Oye, Israel: el Señor nuestro Dios, el Señor es uno. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas». — Deuteronomio 6:4-5 (RVC)
En estas pocas pero profundas palabras, encontramos el corazón mismo de la relación entre Dios y su pueblo. «Oye, Israel» es una invitación a prestar atención, a grabar en lo profundo del ser una verdad fundamental: hay un solo Dios, y ese Dios merece un amor que abarque toda nuestra existencia.
Amar con todo el corazón implica una devoción sincera y apasionada, donde nuestros afectos y deseos se centran en Él. Amar con toda el alma significa entregar nuestra vida entera, cada aspiración y cada anhelo. Amar con todas las fuerzas nos desafía a invertir nuestra energía, nuestros talentos y nuestros recursos en honrarlo.
Este mandamiento no es una carga, sino una invitación a una vida plena y significativa. Cuando Dios ocupa el centro de nuestro ser, todo lo demás encuentra su lugar correcto. Nuestro amor por Él se convierte en la fuente de nuestra motivación y la guía de nuestras acciones.
Hoy, reflexiona sobre la intensidad de tu amor por Dios. ¿Le estás entregando todo tu ser? Permite que este mandamiento resuene en tu corazón y te impulse a amarle de una manera más profunda y completa.