«… Ustedes han sido llamados a ser libres; pero no se valgan de esa libertad para dar rienda suelta a sus pasiones. Más bien sírvanse unos a otros con amor». — Gálatas 5:13 (NVI)
Pablo nos recuerda una verdad importante: hemos sido llamados a ser libres. Esta libertad, sin embargo, no es un permiso para el libertinaje, para «dar rienda suelta a nuestras pasiones». El apóstol deja claro que nuestra libertad en Cristo tiene un propósito mucho más elevado y transformador. No somos libres de las reglas para hacer lo que queramos, sino que somos libres para algo mucho mayor.
Ese «algo mayor» es el servicio y el amor. La verdadera libertad en Cristo se manifiesta cuando, en lugar de vivir centrados en nuestros propios deseos, elegimos servirnos unos a otros con amor. Esta es la paradoja del evangelio: al rendirnos a Dios y a nuestros hermanos, es cuando experimentamos la libertad más profunda. Es dejar de ser esclavos de nuestras propias pasiones egoístas para convertirnos en instrumentos del amor de Dios en el mundo.
¿Cómo estás usando tu libertad? ¿Para satisfacer tus propios deseos o para servir a los demás? La verdadera libertad que Cristo nos dio se vive cuando, motivados por el amor, nos entregamos al servicio desinteresado. El amor es el cumplimiento de la ley y la expresión más alta de nuestra libertad en él.