«Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense!». — Filipenses 4:4 (NVI)
En medio de las presiones y los desafíos de la vida, Pablo nos exhorta con una insistencia notable a regocijarnos en el Señor. No es una sugerencia opcional, sino un mandato que se repite para enfatizar su importancia.
Esta alegría no depende de las circunstancias externas, sino que tiene su raíz en nuestra relación con Dios. Es un gozo que permanece firme incluso en medio de la dificultad, porque se basa en la certeza de su amor, su gracia y su soberanía.
«Alégrense siempre en el Señor» nos invita a cultivar una perspectiva de gratitud y esperanza. Al enfocarnos en quién es Dios y en todo lo que ha hecho por nosotros, encontramos una fuente inagotable de alegría que fortalece nuestro ánimo y nos da perspectiva.
Hoy, haz un esfuerzo consciente por encontrar razones para alegrarte en el Señor. Reconoce sus bendiciones, recuerda sus promesas y permite que su presencia llene tu corazón de un gozo que trasciende cualquier situación.