«Pero el Señor es fiel, y él los fortalecerá y los protegerá del maligno». —2 Tesalonicenses 3:3 (NVI)
¡Qué promesa tan poderosa! Sabemos que los peligros son reales y la oposición a nuestra fe es constante en este mundo. Sin embargo, en lugar de caer presos del temor, esta palabra nos ancla en la inquebrantable fidelidad de nuestro Dios. Él no solo promete protegernos, sino que su fidelidad es la garantía de esa protección.
Aun rodeados del peligro, podemos descansar sabiendo que Él es nuestra fortaleza inagotable y nuestro escudo frente a toda adversidad, pase lo que pase (Sal. 27:1, 3). Confiemos plenamente en su fidelidad y poder, permitiendo que esta verdad nos llene de paz y seguridad en cada paso de nuestro camino.