«Señor, tú has sido nuestro refugio generación tras generación». — Salmos 90:1 (NVI)
Este versículo, al inicio mismo de la oración de Moisés, nos recuerda una verdad profunda y reconfortante: Dios es nuestro refugio constante. A lo largo de la historia, en cada generación, Él ha permanecido como el lugar seguro al que podemos acudir. En un mundo donde todo cambia, donde las circunstancias y las personas van y vienen, la naturaleza inmutable de Dios es una roca firme en la que podemos confiar.
Piensa en la vida de Moisés. Él vio la fidelidad de Dios a través de plagas, el cruce del Mar Rojo, el desierto y la provisión diaria de maná. Cada desafío era una oportunidad para experimentar a Dios como su refugio. De la misma manera, en nuestras propias vidas, cuando enfrentamos incertidumbre, dolor o simplemente el paso del tiempo, podemos aferrarnos a la promesa de que Dios es el mismo ayer, hoy y siempre. Él es el refugio que nunca falla, el lugar de paz en medio de la tormenta.
Que este versículo nos invite a buscar a Dios como nuestro refugio en todas las etapas de nuestra vida. No importa lo que estemos enfrentando, Él está ahí, listo para ofrecernos seguridad, consuelo y una presencia inquebrantable. Permítámonos descansar en esa verdad hoy.