«Pero ¡que fluya el derecho como las aguas y la justicia como arroyo inagotable!». — Amós 5:24 (NVI)
Amós clama por una justicia inagotable, que fluya como un río constante. Esto no es solo un deseo, sino una demanda divina a Israel, que había caído en una religiosidad de ritualismo vacío. Dios no quería solo sacrificios y fiestas; anhelaba un corazón que practicara la equidad.
La imagen de un arroyo inagotable es poderosa. Nos recuerda que la justicia no debe ser esporádica, sino una corriente continua. Es un desafío a la apatía y a la complacencia ante la injusticia, especialmente cuando se disfraza con actos religiosos sin sustancia.
Este versículo nos impulsa a ser agentes de esa justicia. No solo a esperar que suceda, sino a trabajar activamente para que el derecho y la equidad fluyan sin cesar en nuestro entorno, reflejando el corazón de Dios y evitando la trampa del ritualismo sin verdad.