«Nada hay tan engañoso como el corazón. No tiene remedio. ¿Quién puede comprenderlo?». — Jeremías 17:9 (NVI)
A través de Jeremías Dios nos revela una verdad incómoda: nuestro corazón es engañoso y sin remedio. Confiamos en él, pero nos advierte que está inclinado al error. Esta profunda realidad nos muestra que no podemos fiarnos de nuestras propias percepciones.
Al reconocer la engañosidad de nuestro corazón, entendemos que necesitamos algo más grande, algo que sea genuino y en que podamos confiar con seguridad. Nos impulsa a buscar la verdad y la dirección para nuestras vidas en Dios, no en nuestros sentimientos.
La buena noticia es que Dios puede transformar nuestro corazón. Él nos ofrece un nuevo corazón y espíritu (Ez. 36:26). Al entregarle nuestras vidas, lo que no tiene remedio encuentra su solución en Él.