«Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo; cuando cruces los ríos, no te cubrirán sus aguas; cuando camines por el fuego, no te quemarás ni te abrasarán las llamas». — Isaías 43:2 (NVI)
La vida nos presenta desafíos inevitables: a veces, es como cruzar aguas profundas; otras, como caminar a través del fuego. Estas pruebas pueden hacernos sentir solos y abrumados. Sin embargo, la promesa no es que no enfrentaremos dificultades, sino que Dios estará con nosotros en cada una de ellas.
Esta promesa es un faro de esperanza. Es posible que suframos, pero no seremos ahogados por las aguas ni quemados por las llamas, porque la presencia de Dios es nuestra protección. Él es nuestro refugio en medio de la tormenta y nuestra sombra en el calor del fuego. Su fidelidad nos asegura que no seremos consumidos por las adversidades, sino que Él nos sostendrá a través de ellas.
Si hoy te encuentras en medio de una prueba que te sobrepasa, aférrate a esta verdad. No mires la magnitud del problema, sino la grandeza de Aquel que camina contigo. Confía en que, con Él a tu lado, podrás atravesar cualquier situación y saldrás fortalecido (cf. 1 Pe. 5:10).