Alimento que no se agota

«Trabajen, pero no por la comida que perece, sino por la comida que permanece para vida eterna, la cual el Hijo del Hombre les dará; porque a este señaló Dios el Padre». — Juan 6:27 (RVC)

Pensemos sobre la dirección de nuestros esfuerzos. A menudo, dedicamos gran parte de nuestra energía a las cosas temporales: el trabajo que sustenta nuestra vida diaria, las posesiones que deseamos, las metas que caducan. Sin embargo, Jesús nos recuerda que hay algo mucho más valioso, un alimento que no se agota: la vida eterna que él ofrece. Es una llamada a buscar lo que realmente perdura, a invertir en lo espiritual y a darle prioridad en nuestro día a día.

Pero no se trata de abandonar nuestras responsabilidades terrenales, sino de cambiar la motivación detrás de ellas. Que nuestras acciones no se centren únicamente en las necesidades o ganancias pasajeras, sino que también reflejen nuestra búsqueda de una relación más profunda con Dios. La verdadera satisfacción y plenitud no se encuentran en las cosas que se desvanecen, sino en el regalo inagotable que el Hijo del Hombre nos ha dado. Él es el verdadero sustento que perdura para siempre.

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