«Me alegré muchísimo al encontrar a algunos de tus hijos viviendo conforme a la verdad, según el mandamiento que nos dio el Padre». — 2 Juan 1:4 (NVI)
A Juan le causó una gran alegría ver a estos creyentes caminando en la verdad. Su gozo no era solo por la fe individual de ellos, sino por la evidencia de una vida que reflejaba las enseñanzas de Dios. Este pasaje nos recuerda que una fe auténtica se manifiesta en cómo vivimos.
No es suficiente decir que creemos; la verdadera alegría, tanto para nosotros como para quienes nos observan, viene de ver que nuestras acciones y decisiones se alinean con la verdad de Dios. Esta es una poderosa llamada a la reflexión. Piensa en tu propia vida: ¿reflejan tus acciones la verdad del evangelio? La forma en que te comportas, hablas y tratas a los demás es un testimonio visible de tu fe.
Así como Juan se alegró, nuestra fidelidad puede ser una fuente de gozo y ánimo para otros creyentes. Al vivir conforme a la verdad, no solo honramos a Dios, sino que también nos convertimos en una luz que guía e inspira a quienes nos rodean.