«Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y terminar su obra —dijo Jesús—». — Juan 4:34 (NVI)
El verdadero sustento de nuestras vidas va más allá de lo físico. Jesús nos enseña que su «alimento» es hacer la voluntad de Dios. Esta es una lección poderosa para nosotros. Así como necesitamos comer a diario para vivir, Jesús consideraba que hacer la voluntad de su Padre era lo más básico y fundamental para su existencia.
A menudo buscamos llenar nuestro vacío o encontrar propósito en cosas pasajeras: logros, placeres, o incluso la comida. Pero Jesús nos muestra un camino diferente. La satisfacción más profunda y duradera viene de alinear nuestra vida con el plan de Dios. Cuando nos enfocamos en servirlo y cumplir el propósito para el que nos creó, nuestra alma se nutre de una manera que nada más puede lograr. En lugar de sentirnos agotados, encontramos la energía y el gozo que nos renuevan.
Así que, ¿qué está alimentando tu vida hoy? Busca vivir haciendo la voluntad de Dios y encontrarás una satisfacción que perdura.