«Pero en cuanto el faraón experimentó alivio, endureció su corazón y, tal como el Señor lo había advertido, ya no quiso saber nada de Moisés ni de Aarón». — Éxodo 8:15 (NVI)
En este pasaje vemos la dura realidad de un corazón que se endurece. El faraón sintió el alivio de la plaga, pero en lugar de ser agradecido y arrepentirse, su corazón se hizo más terco. Este comportamiento finalmente lo llevó a la ruina, no solo a él, sino también a su familia y a todo Egipto, consecuencias que pudo haber evitado si se hubiera humillado a tiempo.
Este pasaje nos advierte sobre el peligro de dar la espalda a Dios cuando las cosas mejoran. A menudo, clamamos a Él en la dificultad, pero cuando el alivio llega, nos volvemos a alejar. No endurezcas tu corazón cuando recibas una bendición. En cambio, que cada alivio y cada bendición te lleven a una mayor gratitud y obediencia a Dios.