«No se dejen engañar: las malas compañías corrompen las buenas costumbres». — 1 Corintios 15:33 (RVC)
A veces pensamos que somos inmunes a la influencia de los demás, pero la verdad es que las personas con las que pasamos tiempo nos moldean. Sus hábitos, su forma de pensar y sus valores pueden, poco a poco, convertirse en los nuestros.
Este versículo nos anima a ser intencionales con nuestras amistades. No se trata de juzgar a los demás, sino de proteger nuestro propio camino de fe. ¿Quiénes te rodean? ¿Te animan a ser una mejor persona? ¿Te acercan a Dios o te alejan?
Busca compañías que te inspiren a crecer espiritualmente y a vivir una vida que refleje el amor de Cristo. La calidad de tu círculo cercano es un reflejo de la calidad de tu vida espiritual.
Oración: «Padre celestial, te pido discernimiento para elegir mis amistades. Guíame hacia personas que me edifiquen y ayúdame a ser una buena influencia para quienes me rodean. Amén».