«No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos». — Filipenses 2:3 (NVI)
Este versículo nos invita a una idea radical: el verdadero servicio no busca reconocimiento. No se trata de cuántos ‘likes’ recibimos o si nuestra ayuda es aplaudida. Se trata de poner a los demás primero, sin que nadie lo sepa.
A menudo, nuestras acciones están impulsadas por el deseo de ser vistos. Queremos que los demás sepan que somos generosos, que nos sacrificamos. Sin embargo, este pasaje nos llama a una humildad genuina, a considerar a los otros como más importantes.
Piensa en cómo se vería tu día si cada interacción fuera una oportunidad para elevar a otra persona. No por lo que puedes obtener a cambio, sino porque valoras a esa persona más que a tu propio ego. Esta es la esencia de una vida que refleja el amor de Cristo, un amor que se vació a sí mismo para servir (Fil. 2:7).
Oración: «Señor, ayúdame a vivir con un corazón humilde. Que mis acciones no sean por ego o vanidad, sino para servir a los demás y reflejar tu amor. Amén».